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martes, 1 de febrero de 2011

La azotea de Katie.




Un día inesperado todo cambió de la noche a la mañana. Katie miraba desde lo más alto de aquel edificio de 68 plantas, donde vivía hacía más de 3 años, y por su buen carácter y amabilidad, había conseguido una copia de las llaves de la azotea. Thomas, el viejo portero, era un encanto, y había accedido a darle una copia a Katie con la condición de que nunca jamás montase fiestas alli arriba ni compartiera el secreto con los demás vecinos. “Si acaso algún amigo o amiga especial” decía sonriendo.
Hasta la fecha, Katie siempre había subido alli más sola que la una.
Desde “su” azotea podía divisar los más altos edificios de la Gran Manzana: el Empire State Building, el Chrisler Building y el Rockefeller Center , y, por su fuera poco, un trocito de la bahía de Hudson y parte del barrio de Brooklyn.
Su edificio se encontraba entra la 75 con la 5ª.
Lo consiguió por pura casualidad, dando el pésame a un recién conocido compañero de trabajo, que había quedado viudo repentinamente y había decidido dejar su antiguo apartamento- demasiados recuerdos- para volverse a Illinois, con lo poco que le quedaba de familia. El tío Jeff sabría en qué emplearle- dijo aliviado el hombre entre lágrimas y suspiros sureños.
Katie, aprovechando la coyuntura y poniéndose colorada sin remedio- su vocecita interior le decía “mala persona, pensar en quedarte con el piso de este pobre hombre cuando acabademorirsuesposa-, pero dándole golpecitos en el hombro, le dijo con un hilo de voz… -sabe Pitt? Si yo pudiese quedarme en su apartamento, lo conservaría tal y como lo dejó su mujer… sería tan amable…? Está todo tan difícil en esta gran ciudad.. Compartir piso con dos estudiantes borrachos me está trayendo muchos problemas, sabe usted?…
La mujer de Pitt era alcóholica. Katie jugó sucio.
Pero consiguió el apartamento al precio de alquiler que pagaba Pitt a fines de los ochenta. ¡Un chollo!
Llevaba tres años en su pequeño apartamento, cuando, y como decía al principio, todo cambió de la noche a la mañana.
La noche del 25 de marzo para ser exactos, la mujer de Pitt, el antiguo inquilino, se le apareció saliendo de detrás de las cortinas.
“Tú quién eres y qué haces en mi casa? Donde está mi marido?”
La primera reacción de Katie, para su sorpresa fue la siguiente: levantarse del sofá como si su madre la hubiese pillado haciendo algo malo, señalar a la puerta y decir “¡¡Con el tío Jeff!! ¡Sabrá Dios en qué lo habrá empleado!”
Acto seguido, cogió la llave de la azotea. Y subió.
No podía respirar.

martes, 15 de diciembre de 2009

Cuestión de Carácter.


Amor era una chica nacida para su nombre. Apasionada, generosa, bondadosa.
Conoció un día a Desidia en la cola del supermercado:
-Odio la Navidad. Es asquerosa.
-Jajajaja… mujer, a esta hora, el súper siempre está lleno.
Cuando se miraron, el ceño fruncido de una y la sonrisa sincera de la otra, se congelaron en un interminable segundo y saltaron chispas de comprensión por una parte y de incredulidad por otra.
-También odio a la gente que siempre busca el lado positivo de las cosas.
-Jajajajaj… un mal día lo tiene cualquiera.
-Te equivocas, yo siempre estoy así.
Al salir del supermercado se ayudaron con las bolsas, eran vecinas y no habían coincidido nunca. Amor invitó a Desidia a café ante la sorpresa de ésta última, ya que no había podido ser más borde y más cortante con ella. Pero aceptó.

Y es que el amor siempre vence, siempre vence, siempre vence, siempre vence…. Y se merendó a Desidia en media hora, se la merendó, se la merendó, se la merendó.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Briel y yo.


El día que compré a Briel fue un flechazo. Recién estrenada mi condición de “mujer adinerada” fui de paseo al puerto deportivo y me lo encontré allí. Briel. Era muy moderno pero tenía un toque retro que le diferenciaba del resto. Pinceladas de madera aquí y allá, clásico en sus formas, acogedor. Y en la proa, un Neptuno con un tridente, a la antigua, severo y bravucón.
“Este es mi barco” Y Briel se meneó desde su embarque, como si pudiera escucharme. Yo sonreí y pensé estar loca. Hice un curso para saber manejar barcos de pequeña envergadura, un mes. A los tres meses, ya estaba lista. Podía llevarlo yo sola.

Briel y yo llevamos dos meses en alta mar. Calculo estar en aguas del Pacífico sur, por el tiempo y las estrellas. Aquí el agua no es azul, es verde. No tengo hambre. Cuando se acabó la comida, Briel me lleva a bancos de atunes y peces espada. Sabe cuánto me gustan. Y cuando tengo sed navega derechito hacia las nubes y recoge el agua para mí. "Bebe" Me susurra.
Al principio me entró un poco el pánico. No podía llegar a la costa, aunque la viese. El barco no me obedecía, hacía lo que quería. La brújula dejó de funcionar, y la radio también. Cuando pasábamos delante de otras embarcaciones, nos envolvía la niebla haciéndonos invisibles. He intentado tirarme al mar, para acabar con mi vida. Pero Briel no me deja, de repente tira uno de los chalecos salvavidas, una cuerda y me obliga a subir con el viento y la marea. La única vez que pude pisar tierra firme era una pequeña isla y me enfadé mucho… le dije “No!! Briel!! No era esta tierra firme la que quiero pisar!! Es que no lo entiendes???”
Y despareció unos días. El pánico fue a más. Me imaginaba como Tom Hanks hablando con una pelota. Pero volvió a por mí. Con las velas abiertas de par en par y yo subí.
Briel me ha secuestrado. Cada vez lo veo más claro. Y es que el flechazo fue mutuo. A mí… me está gustando... Cada vez estoy más cómoda y no deja de colmarme con atenciones. Pero a veces pienso… quién eligió a quién? Y otras pienso si acaso eso importa. No sé cuánto tiempo estaré aquí. Intentaré plasmarlo en este pequeño cuaderno para no perder la cabeza.

Tengo que dejar de escribir…
oigo la madera crujir….
Y…

martes, 15 de septiembre de 2009

Golpes.


Alma: doctora licenciada por la Universidad de Orobroy en las Artes Medicinales y de Costumbres, se dedica a hacer una tesis que se llama “GOLPES”. El estudio finaliza más o menos así.

“El golpe de risa viene dado por una situación repentina que acude a ti cuando menos te lo esperas y la carcajada rompe la garganta, y te ríes desde el estómago, haciendo un recorrido por tu laringe y traquea y abres la boca mucho, y sale un JA, o JO o JUAS JUAS (eso es más personal). El golpe de risa (ha venido como un torbellino, recuerden, sin avisar) en cuestión de segundos ha subido no sólo a la boca, sino a los ojos, haciendo que se contraigan (con las consiguientes arruguitas) y se llenen de lágrimas. Éstas salen.
El paso siguiente es el color en las mejillas. Carmesíes.
Los efectos secundarios del golpe de risa es una especie de calor en el pecho, o vacío estomacal, acompañado de dolores abdominales, que te dejan levemente mareado por unos segundos.

Los golpes de llanto, tienen los mismos efectos.
Los golpes de tos, tienen los mismos efectos.
Los golpes en el estómago, tienen los mismos efectos.
Masticar chicle con hambre también”.

Después de estos exhaustivos resultados, Alma, se quedó tan pancha, creyendo que había descubierto este mundo y el otro y no entendió cómo le echaron para atrás la tesina, que tanto esfuerzo le había producido.

Así que decidió seguir en su empeño, ya que era una gran experta en Artes Medicinales y de Costumbres y decidió hacer otra. Esta vez titulada “CÓMO PREVENIR LOS GOLPES” , para dar remedio por supuesto.

La tesis final era corta. “No hay remedio para los golpes”. Concluyó.