jueves, 30 de abril de 2009

Imprescinqué?


Estábamos todos apilados en el 22, sosteniendonos unos contra otros, si el bus tenía cabida para 60 allí habíamos una legión, cuando de repente........

-Riiiiiiiiiiing............. riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing..............

Todos mirándonos con cara rara.......

-Riiiiiiiiiiiiiiiiing............. rinnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn........

-S.............. si?


Risas en todo el autobús. No podía ser. Podía haber alguien que llevase un teléfono portátil? Un Móvil?? Qué vergüenza dios miooooooooooooooooo!!!!!!! Ajena además!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Pobre chaval! Seguro que se arrepintió enseguida de haberse llevado el teléfono encima! A quién se le ocurre!!!


Pongamos que hablo de no hace tantos años. Cuando vivíamos sin móviles. Cuando la fuerza de la palabra era otra. Y no se comían letras al hablar.... "spera k voi pya." Cuando quedabas con tus amigas "el viernes, a las 7 en tu portal" Y si alguna se retrasaba, no pasaba nada, y si se retrasaba, allá ella con su película que nos vamos que sale el autobús de las y media y no llegamos al centro.

Tu madre no te freía a llamadas. Si llegabas tarde, se aguantaba, la pobre mujer esperando. Y sino llegabas se llamaba a la policía y vá que arde. Normalmente no llegábamos tarde. Porque no tenías donde avisar y punto. Cuando se ligaba, no se daban los teléfonos, y si se daba el fijo te decían "sí, ahora se pone, de parte de quién?" y tú decías "de una amiga" y rezabas para que no hubiesen más preguntas ni que hubiesen risitas al otro lado....


Y ahora nos parece imprescindible. Me quedé sin móvil hace un par de semanas. El primer día fue un desastre. El segundo también.... pero al tercero.... ay el tercero..... Me dió igual.


Cuántas de nuestras "cosas" realmente nos son imprescindibles? Con qué cosas os atreveríais a dar un salto atrás en el tiempo y olvidar que existen?

Seguro que más de las que imagináis.


Saludos cordiales (retransmitiendo desde uhf para tooooooooodo el barriooooo)

domingo, 26 de abril de 2009

Coincidir.



"Soy vecino de este mundo por un rato

Y hoy coindice que también tú estas aquí

Coincidencias tan extrañas de la vida
Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir

Si navego con la mente los espacios

O si quiero a mis ancestros retornar

Agobiado me detengo y no imagino

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir

Si en la noche me entretengo en las estrellas

Y capturo la que empieza a florecer

La sostengo entre las manos más me alarma

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir

Si la vida se sostiene por instantes

Y un instante es el momento de existir

Si tu vida es otro instante.. no comprendo

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir".


Fernando Delgadillo.




Esta entrada vá dedicada a mi pequeña Alhy (maga y descubridora)


http://myblackberrynights.blogspot.com/ por estos dos premiasasos. Gracias!








domingo, 12 de abril de 2009

The way you look tonight.




Querido.
No me importa tu fama de canalla.
Eres un vestido ceñido a la cintura, un smoking, el humo de un cigarro y un vaso de bourbon con mucho hielo. Me haces sentir ganas de bailar, agarrada, otras a lo Broadway (con bastón y sombrero incluido), otras, que quiera irme a volar contigo a la luna (fly me to the moon) y otras a querer saber tocar la guitarra y cantar “Moon River” apoyada en el quicio de una ventana. Escucharte son deseos de que te besen bajo la lluvia. Eres mi banda sonora.
Imagino una noche en el Madison Square Garden, escuchándote. O en un pequeño club, cuando no eras tan conocido. O en un apartamento, con tus amigos.
Cuánto menos sonadas son tus canciones, más me gustan. Cuánto más las escucho, más las redescubro.

Querido. No me importa tu fama de canalla. Canta, canta para mí.



http://www.youtube.com/watch?v=cmMyFCXIp0Q&feature=related

lunes, 6 de abril de 2009

El gato Claus.


El gato Claus era verde. Pero se teñía de negro para pasar desapercibido. No le gustaba llamar la atención de los demás gatos. Por las noches salía de excursión. Esa noche llovía, por lo que tuvo que tener especial cuidado de no mojarse para no perder el tinte y enseñar su verde natural. Era moreno de bote, vamos.
Frecuentaba un bar que se llamaba “La tierra de los sueños”. Cada chupito que se tomaba, cada uno de un color distinto, era como una droga que le hacía soñar despierto. Aquella noche se pidió el rojo. El chupito rojo hacía que soñaras con lugares a los que deseabas ir con todas tus fuerzas en el momento justo en que te lo bebías. Tenía que estar muy concentrado a la hora de tragárselo, porque la imaginación podía jugarle una mala pasada en el último instante e ir a algún sitio temido (más que soñado). Claus, mirando el chupito rojo, sus ojos verdes, profundos, concentrándose…. Cuando….

- Hey, te habrás pensao bien dónde quieres ir no? Por qué tienes la cola verde?

Una linda gatita, blanca como el algodón, ojos del color de la coca-cola, le había distraído justo en el crucial momento. Eso le enfureció. Y trató de ser amable con la gatita (por lo visto se llamaba Lile).
Lile le contó los lugares que había visitado con el chupito rojo. Y dónde le apetecería ir.
Claus hizo lo mismo. Le contó aquella vez que estuvo en Nueva York. Y la vez que fue a Barcelona. Lile le habló de Austria, de Italia, de Madrid.

Y a partir de esa noche, se encontraban casi siempre en “La tierra de los sueños”, para soñar despiertos. Y a Claus no le importó tanto que ella supiera que era verde. Y de a poquito, compartieron tantos, que no hubo colores en la barra del bar para cumplirlos todos.